domingo, 7 de enero de 2018

HURACÁN EN JAMAICA, de Richard Hughes

Huracán en Jamaica (A high wind in Jamaica), fue publicada en 1929 por el inglés Richard Hughes y se nota que el tiempo ha pasado por ella, a pesar de que contiene muchos elementos que la hacen parecer moderna y plenamente vigente.

Comunmente considerada como una novela de aventuras, la historia del capitán Jonsen y su tripulación, de la pequeña Emily y los demás niños que se encuentran en el barco que es abordado por los piratas, se convierte en una novela psicológica que sorprende por tratar el tema de la maldad (¿inconsciente?) de la infancia, sobre la pérdida de la inocencia y la entrada en el mundo de los adultos.

Toda la primera parte de la novela, la que transcurre en Jamaica, sirve para que tomemos contacto con la familia Bas-Thornton, los padres y los hijos, partícipes de una acitvidad colonial que hace tiempo que ya dejó de ser próspera. La novela discurre premiosa y pausadamente mientras nos explica de forma detallada la forma de vida, más bien la plena libertad de la que gozan los niños en una especie de paraíso natural.

Cuando un huracán se lleva su casa, los Bas-Thornton, ingleses en una isla en ruinas después de la emancipación de los esclavos negros, deciden mandar a sus dos hijos y a sus tres hijas a Londres, a estudiar. Los cinco caerán en poder de los piratas y serán dados por muertos. 

El personaje de Emily, la hija mayor, de 10 años, es la auténtica protagonista de la novela junto con el capitán Jonsen, el capitán de los piratas.

A partir del secuestro de los niños comienza la auténtica novela de aventuras, aventura marinera, con una profusa descripción de la vida en el mar, en un barco que ya empezaba a estar obsoleto y, al igual que los piratas, siendo superados por los nuevos usos de los barcos modernos, los barcos de vapor.

Y es en los últimos capítulos de la novela, cuando los niños son rescatados y llegan finalmenta a Inglaterra, cuando se concreta el peculiar conocimiento del autor sobre la psicología infantil.

Conscientemente somos testigos de que en la novela no hay verdaderos héroes, no hay buenos ni malos. Por eso nos sorprende contemplar la sangre fría de los niños, su falta de sensibilidad o de cariño hacia unos piratas que no los han tratado tan mal y que no se merecen ser declarados culpables en el juicio que se celebra cuando todos vuelven a Inglaterra.

Para nosotros los niños Bas-Thornton son, en su inocencia animal, una banda de niños diabólicos y egoístas. Lo peor que para Richard Hughes, como lo dice un personaje de la novela, todos los niños son así.

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